Friday, March 27, 2015

Adorables muñecas

En agosto, en Argentina, se festeja el día de los niños: desde que somos chicos, esperamos con ansias la llegada de ese domingo, donde los adultos nos premian con regalos y salidas. En Japón y Corea existe algo similar (el 5 de mayo) pero además, el país del sol naciente, tiene una celebración especial para las niñas: hinamatsuri (雛祭り) o el Festival de las muñecas.
Hace unas semanas –el 3 de marzo para ser exacta–, miles de niñas japonesas fueron agasajadas en una festividad donde pudieron exponer varias muñecas vestidas con kimonos tradicionales –representando al Emperador, Emperatriz, músicos y otros– en un armazón hecho con una gran alfombra roja que cubría los distintos niveles, de acuerdo a su posición en la corte imperial de la Era Heian. Lo simpático de las colecciones es su antigüedad: fueron pasadas de una generación a la siguiente para ser mostradas durante esta celebración específica.
Pero ¡ojo! Si bien el grupo de personajes son cuidados, expuestos y vestidos de manera adorable, no deben estar a la vista por demasiado tiempo. Los japoneses, que comienzan su exposición en febrero, creen que mantenerlos fuera pasado el 4 de marzo, podría acarrear desgracias para las niñas de la familia: podrían no encontrar marido o casarse a una edad avanzada. (Un horror).
Como toda tradición, se viene realizando desde tiempos lejanos, cuando se creía que los malos espíritus que rodeaban a las personas podrían quedar atrapados en estas muñecas, dejando al humano en paz. Por su longevidad, el hinamatsuri posee una canción típica muy conocida y se acompaña con un plato y una bebida específica: hinaarare (雛あられ) es una bolita dulce y colorida hecha en base de arroz que se consume con shirozake (白酒), un sake de color blanco que se bebe con la finalidad de purificar el cuerpo.
Esta festividad, además de parecer interesante por la variedad y antigüedad de las muñecas, también nos suena familiar. ¿Saben por qué? En uno de los primeros capítulos de Pokémon, Misty habla de las hermosas colecciones de princesas que sus padres le regalaron a sus hermanas y cómo después –cuando eran viejas y estaban rotas– se las pasaron a ella. Eso la inspira a participar en una competencia para ganar una propia. Sería genial poder verlas en persona, ¿no?