"A veces es la misma gente de la que nadie sospecha nada,
las que hacen las cosas que nadie puede imaginar."
Con ocho nominaciones -incluyendo Mejor Actor, Mejor Actriz de Reparto y Mejor Película- no es de extrañar la brillantez con la que se aborda una temática compleja, dramática y, en ciertos aspectos, muy triste. Porque The Imitation Game no sólo gira alrededor del excéntrico Alan Turing (Benedict Cumberbatch) y su participación en un proyecto secreto para romper los códigos producidos por una máquina alemana llamada Enigma, a comienzos de la Segunda Guerra Mundial; sino que también discute problemáticas recurrentes, como la homosexualidad y la descalificación de la mujer como una igual.
Intercalando flashbacks de las distintas épocas que marcan la personalidad de Turing, la película -basada en el libro de Andrew Hodges- combina escenas de mucha tensión con otras humorísticas que rápidamente pasan a ser dramáticas. Esa mezcla no confunde ni marea, sino que plantea los grandes factores que un espectador necesita para comprender la vida solitaria y triste de una persona, condenada por el simple hecho de no lograr adaptarse a una sociedad que se empeña en dejarlo de lado por ser "raro".
El director, Morten Tyldum, vuelve una y otra vez sobre esa diferencia para mostrar a un Turing más humano y menos robot, que entiende que la única forma de ganar la guerra es ser más inteligente que el resto -aún cuando eso signifique profundizar el rechazo social-. La homosexualidad del matemático es también un tema central pero no el más importante porque el protagonista no se define por un solo elemento, sino por muchos; todos ellos ejecutados magistralmente por Cumberbatch en cada una de sus escenas.
Keira Knightley aporta una arista secundaria -pero relevante- a la trama: interpretando a Joan Clarke, criptoanalista, representa el problema que tienen las mujeres de ser independientes y ser consideradas como capaces de realizar el mismo trabajo que los hombres.
Keira Knightley aporta una arista secundaria -pero relevante- a la trama: interpretando a Joan Clarke, criptoanalista, representa el problema que tienen las mujeres de ser independientes y ser consideradas como capaces de realizar el mismo trabajo que los hombres.
La Guerra también está presente a través de imágenes de archivo y voces en la radio. Además, a lo largo de la producción, se pueden apreciar incontables momentos que se centran en miradas perdidas y gestos de aprehensión, develando mucho más que las palabras. Se nota que el director sabe dónde enfocar para mostrar una desesperación compartida por todos los habitantes que, de una u otra forma, forman parte de la batalla.
Cabe mencionarse que, si bien la película se estrenó entre agosto y noviembre del 2014 -en Estados Unidos y el Reino Unido-, la campaña de difusión empezó a finales del 2013 cuando la Monarquía Británica otorgó el Perdón Real a Turing, quien había sido acusado por ser homosexual. Además, hace unos días, Cumberbatch en conjunto a los actores Stephen Fry y Harvey Weinstein lanzó una campaña para que también incluyan en ese perdón a los 49 mil hombres condenados por el mismo inexistente crimen.
La música, compuesta por Alexandre Desplat, está presente en todo el film y -en conjunto a las brillantes actuaciones, la precisa mirada del director y el magistral retrato de una época en crisis- hace a The Imitation Game una gran candidata para el próximo 22 de febrero.