Lo primero que se comenta de Hernán Lanvers –H. Lanvers– es su desafío a la hora de enfrentar sus relatos: leer las primeras páginas y abandonarlos para siempre. África. Cazadores de gloria demuestra, una vez más, la imposibilidad de cumplirlo. Con descripciones exquisitas, una sucesión de acontecimientos atrapantes y personajes que llevan a la constante reflexión, no es de extrañar que al escritor se lo relacione con Wilbur Smith.
A pesar de tratarse de la tercera entrega de la saga, las puertas están abiertas para cualquier lector, conozca la historia del inglés Tom Grant junto a sus amigos por el África del siglo XIX, o no. Porque, si bien las propuestas de los anteriores –Hombres como dioses y Sangran los reyes– giran alrededor de los mismos personajes, Cazadores de gloria ofrece, de manera sutil, un pantallazo de lo acontecido con anterioridad.
A lo largo de 456 páginas divididas en 4 partes –que marcan los cambios en las perspectivas–, Lanvers retrata un continente precioso, lleno de tradiciones y creencias dignas de ser contadas hasta en el más mínimo detalle. A eso suma frases contundentes que critican la mirada eurocéntrica: “¿Perdida? No, hijo. Aquí no se ha perdido nadie. Nosotros vivimos aquí porque quisimos y sabemos muy bien en dónde estamos. ¿Por qué todos los que vienen de Europa siempre piensan que si ustedes todavía no han visto algo, es porque aún no ha sido descubierto, y que lo que no está en contacto con ellos es algo que está perdido?”, se pregunta uno de los personajes africanos.
Además de las aventuras entre pólvora y acero, el autor incorpora situaciones anecdóticas –con citas al principio de algunos capítulos– que las combina con ficcionales, haciendo que sus protagonistas se involucren de primera mano con la historia. A pesar de ser una sucesión de batallas, Lanvers se frena a describir con su precisión médica cada uno de los desgarramientos de las pieles enemigas, haciendo que un enfrentamiento entre pocos personajes, se transforme en una verdadera lucha sanguinaria por la gloria. Porque Grant junto a sus compañeros de aventuras Abraham, los hermanos Ferguson, Simon, el señor Smit, entre otros, buscan no sólo llevar parte del tesoro obtenido en Zimbabwe al legendario rey-guerrero Shaka Zulú –tal como habían prometido–, sino también solucionar las injusticias que se crucen en su camino, para lo cual se unen temporalmente a distintas tribus, cruzándose así en el camino de la verdadera Arca de la Alianza.
Una de las cosas más interesantes de la novela es el uso del lenguaje: el escritor mantiene términos y frases regionales que son explicados a lo largo de la narración. Pero, además, incluye un glosario con el origen de cada palabra y su definición precisa (además de mapas y una guía de los protagonistas). Los diálogos, entonces, se transforman en constantes idas y vueltas entre aquellos personajes que comprenden el idioma y los que no, ejemplificando cada situación con respuestas inteligentes y llenas de deliberaciones sobre las diferencias culturales.
Hernán Lanvers es un médico cirujano argentino que ha escalado las dos montañas más altas de África: el Kilimanjaro y el Monte Kenia. Siempre enfrenta sus desafíos solo o junto a nativos, de los cuales aprende sus tradiciones y costumbres que, combinadas junto a cada una de sus experiencias, vuelca en las páginas de sus libros. En Cazadores de gloria, él, de manera inconsciente, define su propia escritura a través de uno de sus personajes puesto que, como él, maneja, “con la maestría que sólo los grandes narradores orales de historias de ese continente [tienen], los tiempos y los suspensos del tan valorado arte de contar”.
Autor: Hernán Lanvers Editorial: Plaza & Janes
Cantidad de páginas: 456
Precio: $259